Continuamos una semana más analizando las pruebas físicas que conforman los requisitos para continuar en la oposición para Policía
Después de los excesos veraniegos y el merecido descanso, llega el momento de volver a retomar los entrenamientos y la actividad física. Por delante, semanas marcadas por un esfuerzo mayor del habitual para la carga de trabajo a la que estamos acostumbrados, malas sensaciones, agujetas, dolores que parece que no se irán nunca
Los meses de verano nos ofrecen multitud de posibilidades para practicar deportes que en otras épocas del año no podemos disfrutar. El buen tiempo favorece el auge de algunas actividades, especialmente aquellas acuáticas o las que se desarrollan en la naturaleza.
Después de unas merecidas vacaciones y un placentero descanso, llega el momento de volver a los hábitos saludables, o empezar con ellos de una vez por todas. Septiembre es un mes ideal para ello, lleno de propósitos y de buenas intenciones. Todo periodo de cambio debe tener una pequeña organización, para adaptarnos de la mejor forma posible a las nuevas circunstancias.
El auge que han experimentado las carreras de obstáculos durante los últimos años, ha provocado que mucha gente se enfrente a esta disciplina sin la preparación adecuada. Los distintos niveles y recorridos que ofrecen las pruebasm así como la variedad de los obstáculos a los que deben enfrentarse los corredores, hacen que no exista una preparación fija para ellas.
Para muchos, la estación del año ideal para practicar deporte es el verano. Tenemos más tiempo libre, menos obligaciones y más ganas. El título de este post puede generar cierta controversia, pero no se trata de ninguna paradoja, simplemente existen algunos motivos por los cuales resulta aconsejable reducir la intensidad y el volumen de los entrenamientos para seguir disfrutando de ellos y arrancar la nueva temporada con energías.
Durante los meses de verano, una de las recomendaciones para combatir los efectos del calor, es la de mantener un buen estado de hidratación. Debido al incremento de la pérdida de líquidos, especialmente por una mayor sudoración, nuestras necesidades para reponer fluidos se ven aumentadas.
Al practicar deporte, sometemos a nuestro cuerpo a un esfuerzo que, en ocasiones puede pasarnos factura, provocándonos una fatiga más intensa de la deseada, pudiendo derivar en la llamada anemia del deportista.