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Hipertensión arterial y deporte

Conoce todo sobre la hipertensión arterial y como combinarla con el deporte.

Las tendencias al incremento de la esperanza de vida, ha proporcionado un envejecimiento paulatino de la sociedad. La incidencia de hipertensión arterial (HTA) aumenta con la edad. Estudios científicos muestran que después de los 50 años casi el 45% de la población padece de HTA.

 

Definición

La HTA es definida, segúna la OMS, como la presión arterial sistólica (PAS) de 140 mm de Hg o más (se tiene en cuenta las primeras apariciones de los ruidos en la prueba diagnóstico) o una presión arterial diastólica (PAD) de 90 mm Hg o más (se tiene en cuenta la desaparición de los ruidos) o ambas cifras inclusive. Esta definición es aplicable a personas adultas.

 

Hipertensión

Sistólica Diastólica
Estadio 1 (discreta) 140-159 90-99
Estadio 2 (moderada) 160-179 100-109
Estadio 3 (severa) 180-209 110-119
Estadio 4 (muy severa) 210 o más 120 o más

 

La Hipertensión Arterial (HTA) está considerada hoy en día como el principal factor de riesgo de arterioesclerosis, estudios longitudinales relatan su incidencia con el actual estilo de vida sedentario en los países más desarrollados.

 

Diagnóstico diferencial

En primer lugar se debe descartar la hipertensión inducida por algunos fármacos o sustancias (alcohol, anticonceptivos orales, antiinflamatorios no esteroides, corticoides...). En muchos casos al suprimir el uso de la sustancia puede desaparecer por completo la hipertensión.

 

Factores de riesgo

  • Disciplinas (Alteraciones en la concentración de lípidos)

Entre los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, la hipercolesterolemia (concretamente el aumento de colesterol ligado a lipoproteínas de baja densidad (col-LDL)) y otras alteraciones del metabolismo lipídico tienen especial trascendencia. La hipertensión arterial y la hipercolesterolemia están considerados entre los más importantes factores de riesgo cardiovascular, cuyos efectos arterioescleróticos se potencian exponencialmente cuando ambos factores de riesgo se dan simultáneamente en la misma persona.

  • Niveles de glucosa basal

Diversos estudios indican que las personas no diabéticas pero con un moderado incremento de nivel de glucemia, tienen mayor riesgo cardiovascular y más incidencia de cardiopatía isquémica. Además, existe una relación estrecha entre hipertensión arterial (HTA) y elevados niveles de glucosa.

La hipertensión arterial es clínicamente importante en pacientes diabéticos ya que es más común este perfil que el de pacientes no diabéticos.

  • Obesidad

La relación entre obesidad e hipertensión arterial está bien documentada. Una excesiva ingesta de calorías y su consecuencia directa, la obesidad, puede ser el factor nutricional más importante en la patogenia de la hipertensión arterial (Stevens, 1993).

Estudios transversales en población han demostrado que los obesos tienen mayor riesgo de padecer hipertensión arterial.

A pesar de esta relación tan directa entre la obesidad y el incremento de la presión arterial, no todos los sujetos obesos son hipertensos y no se produce en todos los casos una elevación de la presión arterial con la ganancia de peso.

  • Tabaquismo

Tras fumar un cigarrillo se modifican transitoriamente las cifras de la presión arterial. Existe cierta sospecha acerca de que el tabaco intervenga en los factores predisponentes de hipertensión arterial, lo que sin duda refuerza la idea desde esta perspectiva, no solo de prohibirlo a los hipertensos en relación con su acción aterogénica clásica, sino también aconsejar a la población en general que no fume para así prevenir el aumento del riesgo vascular y disminuir la morbimortalidad cardiovascular.

 

Pautas a seguir frente a la hipertensión arterial

Se deben considerar las siguientes recomendaciones:

  • Pérdida de peso

En pacientes con un índice de masa corporal superior a 25, se debe indicar bajar de peso. Una reducción incluso de solo 5 kg puede reducir la presión arterial en pacientes con sobrepeso. Para lograr la reducción del peso se debe complementar un régimen con déficit calórico con actividad física regular. Se deben evitar restricciones dietéticas extremas, las que pueden producir un descenso excesivo y son habitualmente seguidas de una sobrealimentación de "rebote".

  • Actividad física

La actividad aeróbica regular disminuye la presión arterial y el riesgo cardiovascular global. Todo ejercicio debe iniciarse en forma graduada (tanto en tiempo como en intensidad). En pacientes con problemas cardíacos es prudente una evaluación médica detenida y eventual prueba de esfuerzo antes de iniciar un programa de ejercicios.

  • Consumo moderado de sal (sodio)

Existe una alta correlación entre el consumo de sal y la incidencia de hipertensión. La reducción de la ingesta de sal (a 4-6g/día) actúa en forma similar al uso de diuréticos, disminuyendo el volumen plasmático, el sodio intracelular y la reactividad vascular. Según la estrategia Naos, el 80% de los españoles consume más sal de la recomendada.

  • Consumo moderado de Alcohol

No más de 30g/día en hombres o 15g/día en mujeres. Una ingesta diaria mayor vendría acompañada de la elevación de presión arterial. 30g de etanol corresponen a 2 jarras de cerveza (720 ml) o 2 vasos de vino (240 ml) o 2 medidas de licor (60 ml).

  • Dejar de fumar

Este hecho reduce notablemente el riesgo de accidente cardiovascular. Se ha demostrado que el cigarro produce una elevación transitoria de la presión arterial probablemente a través de la estimulación adrenérgica. Al año de dejar de fumar, el riesgo cardiovascular disminuye un 50%.

  • Consumo de Potasio

La ingesta elevada de potasio pareciera proteger contra el desarrollo de la hipertensión y mejorar cifras de presión en pacientes hipertensos. Se recomienda una ingesta adecuada de potasio, preferentemente aumentando el consumo de frutas, verduras, pescados y algunas furtas y verduras ricas en potasio como: pasas, ciruelas, kiwis, espinacas, plátano... No se recomienda la suplementación de potasio, salvo en casos especiales.

  • Tratamiento Farmacológico

Para tomar la decisión de iniciar el tratamiento farmacológico, se debe considerar la magnitud de la presión arterial y la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular.

 

Hipertensión y ejercicio

El programa de actividad física debe ir encaminado a la obtención de un buen estado de salud y forma física. En primer lugar, y dado que durante el ejercicio se produce un aumento de la presión arterial cuando se realiza un incremento de la intensidad del esfuerzo, en general, sería recomendable comenzar de forma gradual y con intensidades leves y moderadas.

El programa debe ser individualizado en cada caso, teniendo en cuenta: tipo, frecuencia, duración, intensidad y progresión. En la mayoría de pacientes con hipertensión, y supuesto que la HTA es una patología más común en personas con edades superiores a los 35 años y mucho más rara en edades inferiores, (a priori) el ejercicio aeróbico sería el más deseable, debiéndose evitar las intensidades altas y las actividades isométricas. El ejercicio debería realizarse -en general- con una frecuencia de 4-5 veces por semana y con una duración de 30-60 minutos; la intensidad debe mantenerse entre el 40-70% del VO2 máx.

Tags Salud
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